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Docum TVE. Los cerdos y la contaminación de las aguas.





En el siguiente documental se muestra cómo se produce el frdrquilibrio cuando no se da el manejo adecuado de los exceremen tos excrementos animales. Como dicho manejo ocasiona un alto costo los arroyos y ríos son la vía de escape provisional que a la larga viene a contribuir con la acidez fr los mares.
El problema de los purines.

Leer completo el artículo Las granjas intensivas emplean sistemas de limpieza en los que se utiliza el agua a presión para el arrastre de las deyecciones. Este sistema, que en un primer momento facilita considerablemente el manejo de los excrementos y aporta mejoras en las condiciones higiénicas y sanitarias de las granjas, tiene, por el contrario, la enorme desventaja del gran incremento del consumo de agua y de la complicación del manejo del purín. El purín es el estiércol licuado, pastoso o semilíquido, con fuerte olor amoniacal, resultado de la mezcla de las defecaciones, aguas de lavado y restos de piensos.
El hecho de que el estiércol de porcino sea limpiado por el arrastre de agua, en principio, no implica que cambien sus características agronómicas en cuanto a materia orgánica y nutrientes. Por tanto, su aplicación como abono órgano-mineral en los cultivos es una práctica agrícola recomendable especialmente en países como España y Portugal, donde los suelos tienen unos bajos índices de materia orgánica. Por otra parte, esta práctica implica cumplir con uno de los principios ecológicos básicos, como es el de cerrar el ciclo de las materias primas.

Sin embargo, la gestión y valorización agrícola de los purines se ve limitada por sus costes de manejo y transporte debido a su alto contenido en agua –en torno al 95%– y, sobre todo, por la sobrecarga y concentración de la cabaña ganadera en algunas comarcas de nuestro territorio, lo que ocasiona que su aplicación como abono sea costosa y difícil, al no existir terreno próximo disponible que pueda recibir tanta cantidad de estiércol sin provocar, a su vez, contaminación de suelos y acuíferos. El excesivo aporte de estiércol provoca que los nitratos, las principales sales contenidas en los purines, se vayan filtrando y terminen contaminando acuíferos y aguas superficiales.

La OMS advierte de la peligrosidad de consumir agua que contenga más de 25 miligramos de nitratos por litro. Sin embargo, la UE permite el consumo de aquellas aguas cuya concentración de nitratos no supere los 50 µg/l, un nivel que se supera con creces en muchos acuíferos españoles.

El caso de la cabaña porcina catalana es muy llamativo. En los últimos años se ha llegado a la proporción de más de un cerdo por persona. Pero no es sólo la cantidad de animales lo que provoca problemas, sino sobre todo su concentración. En comarcas como Osona, Segriá, Plana de Vic, en cada una de ellas la cabaña porcina ronda el millón de cabezas. Como consecuencia, la sobreproducción de purines en Cataluña llega a cifras muy elevadas. Según datos del departamento de medio ambiente de la Generalitat son, en total, más de 2,5 millones de metros cúbicos al año. No es de extrañar que algunos análisis de manantiales en Osona, por ejemplo, hayan dado índices de nitratos por encima de los 400 µg/l.

El problema llega a ser más grave cuando la contaminación por nitratos procedentes de los purines pasa a las redes de agua potable de los municipios y, por tanto, son ingeridos por los ciudadanos. Según los datos facilitados por el Departament de Sanitat (sobre análisis efectuados en su mayoría en 1998), diversas redes de abastecimiento de agua potable estaban contaminadas por nitratos. En toda Cataluña, teniendo en cuenta información de la Agència Catalana de l’Aigua, el 40% de los pozos situados en zonas ganaderas está contaminado. Recientemente se difundía en prensa la noticia de que 66 municipios catalanes tendrán que buscar suministros alternativos de agua al haber sido contaminados los que utilizaban.
En la medida en que en algunos puntos de Cataluña y del norte de la península se establecen restricciones a la actividad porcina, ésta se va desplazando hacia zonas más al sur. Por ejemplo, en Castilla-La Mancha hay una media de dos solicitudes por semana de apertura o ampliación de granjas de porcino.